Los meniscos son estructuras fibrocartilaginosas en forma de semiluna situadas dentro de la articulación de la rodilla. Cada rodilla contiene un menisco medial (interno) y un menisco lateral (externo), que cumplen funciones vitales para la biomecánica articular: absorción de impactos, distribución de cargas, estabilidad y lubricación de la articulación. La integridad de estas estructuras es fundamental para la salud de la rodilla, ya que cualquier lesión puede desencadenar dolor, limitación funcional y predisposición a la artrosis.
Las meniscopatías engloban todas las alteraciones de los meniscos, desde cambios degenerativos hasta desgarros traumáticos. La comprensión de las diferencias anatómicas y funcionales entre el menisco medial y lateral permite no solo un diagnóstico más preciso, sino también un abordaje terapéutico adecuado, optimizando la recuperación y minimizando las complicaciones a largo plazo.
En este post se abordará en profundidad la anatomía funcional, los tipos de lesiones de menisco medial y lateral, su diagnóstico, tratamiento y estrategias de prevención, integrando evidencia clínica y ejemplos prácticos.
El menisco medial es más grande y de forma más alargada que el lateral, adherido firmemente a la cápsula articular medial y al ligamento colateral medial (LCM). Esta fijación limita su movilidad y aumenta su susceptibilidad a lesiones por fuerzas de torsión. La irrigación sanguínea se concentra en la zona periférica, conocida como “zona roja”, mientras que la zona central, “zona blanca”, recibe poca vascularización, dificultando la cicatrización espontánea de las lesiones en esta área.
Funcionalmente, el menisco medial soporta hasta el 50% de la carga axial durante la marcha y la actividad deportiva, contribuyendo significativamente a la estabilidad rotacional de la rodilla. Esta mayor participación mecánica y menor movilidad explica por qué las lesiones mediales son más frecuentes que las laterales.
El menisco lateral es más circular, pequeño y menos adherido a la cápsula articular. Su movilidad le permite adaptarse mejor a las fuerzas de torsión, reduciendo la incidencia de lesiones traumáticas. Sin embargo, cuando se produce una lesión, puede generar bloqueos articulares significativos debido a la posibilidad de desplazamiento del fragmento dañado.
La irrigación del menisco lateral también sigue el patrón de zonas roja (periférica) y blanca (central), con ligera mejor vascularización que el medial, lo que favorece una mayor capacidad de cicatrización en ciertos desgarros. Su función principal es distribuir cargas y absorber impactos en la región lateral de la rodilla, contribuyendo también a la estabilidad rotacional y a la congruencia articular.
El término meniscopatía hace referencia a cualquier alteración estructural del menisco, incluyendo desgarros traumáticos, degeneración progresiva o combinaciones de ambos. Estas patologías pueden presentarse de forma aguda, tras un traumatismo directo o un giro forzado de la rodilla, o de forma crónica, por sobrecarga repetitiva, degeneración y envejecimiento del cartílago meniscal.
Desde el punto de vista clínico, las meniscopatías se manifiestan mediante:
El conocimiento de la anatomía y biomecánica permite diferenciar lesiones mediales de laterales, orientando el diagnóstico y la elección del tratamiento.
El menisco medial, por su fijación y menor movilidad, es más susceptible a lesiones por torsión de la rodilla con el pie apoyado o traumatismos directos. Los tipos de lesiones más comunes incluyen:
El menisco lateral, por su movilidad, sufre lesiones menos frecuentes, pero cuando se producen, suelen asociarse a traumatismos deportivos o movimientos de rotación forzada de la rodilla. Los tipos de lesión más habituales son:
El diagnóstico de meniscopatía se basa en la historia clínica, exploración física y pruebas de imagen. La exploración incluye maniobras específicas como el test de McMurray o el test de Apley, que permiten identificar el menisco afectado y la presencia de desgarros. La resonancia magnética (RM) es la prueba de elección para confirmar el tipo y extensión de la lesión, especialmente útil para diferenciar entre lesiones mediales y laterales y planificar el tratamiento.
El abordaje depende del tipo de meniscopatía, la edad, la actividad física y la presencia de otras lesiones articulares. Las opciones incluyen:
Comprender las diferencias entre menisco medial y lateral, así como los tipos de lesiones más frecuentes, permite un enfoque más preciso en la prevención, diagnóstico y tratamiento de meniscopatías. Mientras que las lesiones del menisco medial son más comunes y propensas a cicatrización limitada, las del lateral, aunque menos frecuentes, pueden generar síntomas mecánicos importantes que requieren intervención oportuna. La integración de fisioterapia avanzada y un adecuado seguimiento clínico mejora los resultados funcionales y reduce el riesgo de degeneración articular a largo plazo.
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