Fisioterapia en Marbella. Fractura de cadera

FRACTURA DE CADERA: DESDE LA LESIÓN HASTA LA REHABILITACIÓN

La fractura de cadera es una lesión común y grave que afecta principalmente a personas mayores debido a la osteoporosis y la pérdida de densidad ósea asociada con el envejecimiento. Esta fractura puede ocurrir en diferentes partes del hueso de la cadera, como el cuello femoral o el trocánter mayor, y generalmente requiere atención médica inmediata y un proceso de rehabilitación completo para una recuperación óptima.

En el siguiente post os contamos con detalle los tipos de fracturas de cadera más frecuentes, las causas más comunes los métodos de diagnóstico utilizados para evaluar estas lesiones y los diferentes enfoques de tratamiento que abarcan desde la intervención quirúrgica hasta la rehabilitación fisioterapéutica. Además, exploraremos las estrategias de prevención y cuidados a largo plazo para mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de futuras complicaciones en pacientes con historial de fractura de cadera. Sigue leyendo:

 

Anatomía de la cadera

Empecemos conociendo los huesos que forman la cadera. Se trata de una articulación de tipo enartrosis, es decir, una articulación esférica en la que la cabeza redondeada de un hueso encaja en una cavidad cóncava. Está compuesta por varios componentes principales:

  1. Fémur: Es el hueso largo y fuerte que se extiende desde la cadera hasta la rodilla. El extremo superior del fémur presenta dos partes importantes:
    • Cabeza femoral: La porción redondeada que se inserta en el acetábulo de la pelvis para formar la articulación de la cadera.
    • Cuello femoral: La región estrecha que conecta la cabeza femoral con el resto del fémur. Es una zona vulnerable a las fracturas, especialmente en personas mayores debido a la reducción de la densidad ósea.
  2. Hueso coxal o acetábulo: Es una cavidad cóncava en forma de copa en la pelvis que rodea y alberga la cabeza femoral. Está revestido con cartílago articular que facilita el movimiento suave de la articulación.
  3. Trocánter mayor y menor: Son prominencias óseas en el fémur. El trocánter mayor está en la parte superior del fémur y sirve como sitio de inserción para varios músculos importantes que estabilizan y movilizan la cadera.

 

Tipos de fracturas de cadera

  1. Fracturas del cuello femoral:
    • Intracapsulares: Estas fracturas ocurren dentro de la cápsula articular de la cadera y pueden interferir con el suministro sanguíneo de la cabeza femoral. Son más comunes en personas mayores y pueden presentar un mayor riesgo de necrosis avascular de la cabeza femoral debido a la interrupción del flujo sanguíneo.
    • Extracapsulares: Estas fracturas se encuentran fuera de la cápsula articular y suelen ser más estables. Pueden implicar el trocánter menor o mayor y a menudo se tratan con técnicas de osteosíntesis como clavos o placas.
  2. Fracturas intertrocantéreas:
    • Estas fracturas ocurren entre el trocánter menor y el trocánter mayor del fémur. Son comunes en personas de edad avanzada debido a la osteoporosis, pero también pueden ocurrir en personas más jóvenes por traumas de alta energía, como caídas desde altura. Las fracturas intertrocantéreas pueden presentar desplazamiento y requieren estabilización quirúrgica para facilitar la curación adecuada.
  3. Fracturas del trocánter mayor:
    • Estas fracturas afectan la porción lateral del fémur conocida como el trocánter mayor. Pueden clasificarse en fracturas estables, que pueden tratarse con osteosíntesis con placas o tornillos, y fracturas inestables que pueden requerir técnicas más avanzadas de fijación y pueden asociarse con una mayor morbilidad debido a la posible pérdida de la función del músculo glúteo mediano.

 

Cada tipo de fractura de cadera tiene implicaciones únicas en términos de tratamiento y pronóstico. Las fracturas del cuello femoral, especialmente las intracapsulares, suelen requerir una atención más cuidadosa debido al riesgo de complicaciones como la necrosis avascular de la cabeza femoral, que puede llevar a la degeneración de la articulación de la cadera a largo plazo. Las fracturas intertrocantéreas y del trocánter mayor a menudo se abordan con procedimientos quirúrgicos que estabilizan la fractura para permitir una recuperación óptima.

Al entender la anatomía detallada de la cadera y los tipos de fracturas que pueden ocurrir en esta región, los médicos podemos diseñar planes de tratamiento más precisos y efectivos para los pacientes con fracturas de cadera. Esta comprensión también es esencial para educar a los pacientes y sus familias sobre el proceso de recuperación y los posibles desafíos que pueden enfrentar durante la rehabilitación.

 

Causas y factores de riesgo de fractura de cadera

Varios factores contribuyen a padecer una fractura de cadera. Desde condiciones médicas subyacentes hasta factores ambientales y de estilo de vida. Comprender estas causas y factores de riesgo es fundamental para identificar y abordar eficazmente la prevención y el tratamiento de estas lesiones. Veamos las causas más comunes:

  1. Osteoporosis: La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por la pérdida de densidad ósea y la disminución de la calidad del hueso. Este debilitamiento óseo aumenta significativamente el riesgo de fracturas por fragilidad, incluyendo las fracturas de cadera. Las mujeres posmenopáusicas y las personas mayores tienen un riesgo particularmente alto debido a cambios hormonales y disminución de la actividad física que afectan la salud ósea.
  2. Edad avanzada: La edad es un factor de riesgo importante para las fracturas de cadera. A medida que las personas envejecen, la calidad ósea tiende a disminuir debido a cambios hormonales, menor actividad física y una mayor probabilidad de tener condiciones médicas que afectan la salud ósea, como la osteoporosis y la osteoartritis.
  3. Historial familiar: Existe una fuerte influencia genética en la salud ósea. Las personas con antecedentes familiares de osteoporosis o fracturas por fragilidad tienen un mayor riesgo de experimentar fracturas de cadera debido a la predisposición genética a la pérdida ósea.
  4. Estilo de vida y nutrición: La falta de actividad física, especialmente el ejercicio de carga y resistencia que estimula la formación ósea, puede contribuir al debilitamiento óseo y aumentar el riesgo de fracturas. Además, una dieta pobre en calcio y vitamina D, nutrientes esenciales para la salud ósea, puede afectar negativamente la densidad ósea y la resistencia de los huesos.
  5. Medicamentos y condiciones médicas: Algunos medicamentos, como los glucocorticoides utilizados para tratar condiciones inflamatorias crónicas, pueden debilitar los huesos y aumentar el riesgo de fracturas. Asimismo, ciertas condiciones médicas como la artritis reumatoide, la enfermedad de Parkinson y la diabetes pueden influir en la fragilidad ósea y aumentar la susceptibilidad a las fracturas por caídas o traumatismos menores.
  6. Caídas y traumatismos: Aunque la fragilidad ósea es un factor subyacente, las caídas y los traumatismos de alta energía son desencadenantes comunes de las fracturas de cadera, especialmente en personas mayores. Factores ambientales como pisos resbaladizos, obstáculos en el hogar y falta de iluminación adecuada también pueden contribuir a la ocurrencia de caídas y fracturas.
  7. Género: Aunque las fracturas de cadera afectan tanto a hombres como a mujeres, las mujeres tienen un riesgo ligeramente mayor debido a la pérdida ósea acelerada después de la menopausia y una mayor prevalencia de osteoporosis.
  8. Fragilidad y estado de salud general: La fragilidad general, que abarca la debilidad muscular, la mala coordinación y el equilibrio deficiente, aumenta el riesgo de caídas y, por lo tanto, de fracturas de cadera. Además, el estado de salud general, incluyendo enfermedades crónicas, capacidad cognitiva y estado emocional, también puede influir en la susceptibilidad a caídas y lesiones.

 

Diagnóstico y tratamiento inicial de la fractura de cadera

 

Evaluación clínica detallada

La evaluación inicial de una fractura de cadera comienza con una historia clínica completa para comprender los antecedentes médicos del paciente, incluyendo la presencia de osteoporosis u otras condiciones óseas predisponentes. Durante el examen físico, se evalúa la extremidad afectada en busca de deformidades, hematomas, edema y limitación del movimiento. Se realiza una evaluación neurológica para descartar lesiones concomitantes en nervios periféricos.

Pruebas de imagen

Las pruebas de imagen desempeñan un papel fundamental en el diagnóstico preciso de la fractura de cadera. Las radiografías anteroposteriores de pelvis y cadera son la modalidad inicial de elección para identificar la presencia y la ubicación de la fractura. Además, se pueden realizar proyecciones laterales y oblicuas para una evaluación más detallada de la configuración de la fractura y su extensión.

En casos donde la fractura no es evidente en las radiografías estándar pero se sospecha clínicamente, se recurre a técnicas avanzadas como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM). Estas modalidades proporcionan imágenes detalladas de los fragmentos óseos, la cápsula articular y las estructuras circundantes, ayudando en la planificación quirúrgica en casos complejos.

Tratamiento inicial

El tratamiento inicial de una fractura de cadera se centra en estabilizar al paciente, controlar el dolor y prepararlo para intervenciones terapéuticas posteriores. Las medidas más comunes incluyen:

  1. Analgesia adecuada: Se administran analgésicos según la intensidad del dolor, utilizando medicamentos como opioides, antiinflamatorios no esteroides (AINEs) y analgésicos adyuvantes para controlar el malestar y facilitar la movilización temprana.
  2. Inmovilización provisional: En algunos casos, especialmente en fracturas no desplazadas o en pacientes con contraindicaciones para cirugía inmediata, se puede aplicar tracción o dispositivos de inmovilización externa para mantener la alineación y reducir el riesgo de complicaciones asociadas con la inmovilidad prolongada.
  3. Preparación quirúrgica: Para fracturas desplazadas o inestables, se prepara al paciente para la intervención quirúrgica lo antes posible. Esto implica la optimización del estado médico general, evaluación preoperatoria de riesgos y beneficios, y discusión detallada con el equipo quirúrgico y el paciente o familiares sobre las opciones y expectativas del procedimiento.
  4. Abordaje de otras condiciones durante el tratamiento: Se abordan y controlan condiciones médicas preexistentes que puedan afectar la recuperación y el pronóstico, como diabetes, hipertensión arterial, enfermedades cardíacas y respiratorias.

Consideraciones especiales en pacientes frágiles

En pacientes ancianos o frágiles con fracturas de cadera, se presta especial atención a la prevención de complicaciones relacionadas con la inmovilidad y la cirugía. Esto incluye medidas para prevenir la trombosis venosa profunda (TVP) mediante el uso de anticoagulantes, la optimización del estado nutricional para favorecer la cicatrización ósea, y estrategias para minimizar el riesgo de delirio postoperatorio y deterioro funcional.

 

Procedimientos quirúrgicos comunes

  1. Reducción abierta o cerrada:
    • Reducción cerrada: En algunos casos, especialmente en fracturas estables o no desplazadas, se puede realizar una reducción cerrada. Esto implica manipular los fragmentos óseos sin cirugía abierta, utilizando tracción y movilización suave bajo anestesia.
    • Reducción abierta: En fracturas desplazadas o inestables, se realiza una incisión quirúrgica para acceder directamente a los fragmentos óseos. Esto permite una visualización directa y una reducción precisa de la fractura antes de la estabilización.
  2. Osteosíntesis:
    • Placas y tornillos: Se utilizan placas de metal que se fijan a la superficie del hueso con tornillos para mantener los fragmentos en su lugar mientras cicatrizan. Las placas pueden ser anguladas o rectas según la ubicación y la configuración de la fractura.
    • Clavos intramedulares: En fracturas del cuello femoral, se pueden usar clavos intramedulares que se insertan a través del fémur para estabilizar la fractura desde dentro del hueso.
    • Dispositivos de fijación externa: En casos complejos o fracturas expuestas, se puede utilizar un dispositivo externo temporalmente para mantener la alineación de los fragmentos hasta que se pueda realizar una cirugía definitiva.
  3. Prótesis de cadera: En fracturas graves o en pacientes con enfermedad articular preexistente, puede ser necesario realizar una artroplastia total de cadera. Esto implica reemplazar la articulación de la cadera con una prótesis metálica y plástica, restaurando la función y la movilidad de la cadera afectada.
  4. Cuidados postoperatorios: Después de la cirugía, se enfoca en la movilización temprana dentro de los límites permitidos por la estabilidad de la fractura y el tipo de procedimiento quirúrgico realizado. Se monitorea de cerca la cicatrización, la función neurológica y vascular, y se ajusta el tratamiento según la respuesta del paciente.

Es importante destacar que la elección del procedimiento quirúrgico depende de varios factores, como la edad del paciente, la ubicación y gravedad de la fractura, la salud general del paciente y la experiencia del equipo médico. El objetivo principal de la cirugía es restaurar la alineación y estabilidad de la fractura para facilitar la rehabilitación y la recuperación funcional del paciente afectado por la fractura de cadera.

 

Rehabilitación fisioterapéutica

La rehabilitación fisioterapéutica juega un papel crucial en la recuperación funcional y la calidad de vida de las personas que han experimentado una fractura de cadera. En Corporis Fisioterapia Marbella, nuestros pacientes obtienen el mejor acompañamiento en su proceso de rehabilitación, el cual se divide en diferentes fases, cada una con objetivos específicos para maximizar la recuperación y minimizar las complicaciones. Detallémoslas:

Fase inicial

  1. Movilización temprana: Tan pronto como sea seguro después de la cirugía o la reducción de la fractura, se inicia la movilización con la ayuda de dispositivos de asistencia como andadores, bastones, etc. Así garantizamos una carga reducida y segura sobre la cadera afectada.
  2. Control del dolor e inflamación: Se utilizan modalidades físicas como el uso de hielo, compresión y elevación (ICE), y técnicas de terapia manual para reducir la inflamación y el dolor en la zona afectada.
  3. Ejercicios de contracción muscular isométrica: Enseñamos al paciente ejercicios suaves para los músculos de la cadera y la pierna, enfocados en mantener la fuerza y prevenir la atrofia muscular sin generar estrés excesivo sobre la fractura.

Fase intermedia

  1. Ejercicios de fortalecimiento progresivo: A medida que la cicatrización ósea avanza y el dolor disminuye, introducimos ejercicios de fortalecimiento gradual para los músculos del muslo, glúteos y músculos estabilizadores de la cadera. Estos ejercicios pueden incluir extensiones de cadera, abducciones de cadera, sentadillas parciales y ejercicios de cadena cinética cerrada.
  2. Mejora de la movilidad articular: Se aplican técnicas de terapia manual y movilizaciones activas y pasivas para mejorar la movilidad de la cadera y la articulación sacroilíaca, reduciendo la rigidez y mejorando la calidad de los movimientos.
  3. Entrenamiento de la marcha: Se progresa desde la marcha asistida hacia la marcha independiente, incluyendo el uso de escaleras y superficies irregulares para simular situaciones del mundo real. Se hace énfasis en la corrección de patrones de marcha anormales y en la distribución adecuada del peso sobre la cadera rehabilitada.

Fase avanzada

  1. Entrenamiento funcional: Incorporamos actividades funcionales específicas según las necesidades y metas del paciente, como levantarse de una silla, subir y bajar escaleras, y realizar tareas domésticas de manera segura y eficiente.
  2. Programa de ejercicios específicos: Diseñamos un programa de ejercicios individualizado que aborde las necesidades específicas de cada paciente, teniendo en cuenta la edad, nivel de condición física previo, comorbilidades y metas de recuperación funcional.
  3. Educación continua: Proporcionamos al paciente información sobre la prevención de caídas, la importancia de mantener un estilo de vida activo y saludable, y la adaptación del entorno para minimizar riesgos y optimizar la independencia del paciente en sus actividades diarias.

 

Prevención a largo plazo

  1. Manejo de la osteoporosis: Se enfatiza la importancia de medidas para mantener la salud ósea, incluyendo una dieta rica en calcio y vitamina D, suplementos si es necesario, ejercicio regular de carga y la consulta con un especialista en osteoporosis si es necesario.
  2. Seguimiento periódico: Se recomiendan consultas periódicas con el equipo de rehabilitación y el médico tratante para evaluar el progreso a largo plazo, identificar cualquier nueva necesidad o riesgo, y ajustar el programa de ejercicios según sea necesario.

La rehabilitación fisioterapéutica no solo se enfoca en la recuperación física, sino también en el apoyo emocional y educativo para ayudar al paciente a adaptarse a los cambios y desafíos durante su proceso de recuperación. Cada etapa del proceso de rehabilitación se adapta de manera individualizada para optimizar los resultados y mejorar la calidad de vida del paciente después de una fractura de cadera.

 

Seguimiento y manejo a largo plazo

Después de completar la fase aguda de tratamiento y rehabilitación inicial, el manejo a largo plazo de una fractura de cadera se centra en garantizar una recuperación continua, prevenir futuras complicaciones y mejorar la calidad de vida del paciente. Aquí detallamos los aspectos clave de esta fase:

  1. Consultas de seguimiento regulares: Es fundamental que el paciente asista a consultas de seguimiento con su equipo médico: cirujano ortopédico, fisioterapeuta y médico de atención primaria. Durante estas visitas, se evalúa la cicatrización ósea, la función articular y muscular, y se ajusta el plan de tratamiento según sea necesario.
  2. Evaluación de la densidad ósea: En pacientes con osteoporosis u otros factores de riesgo de fragilidad ósea, se pueden realizar pruebas de densitometría ósea periódicas para monitorear la salud ósea y ajustar la terapia médica si es necesario. Esto es crucial para prevenir futuras fracturas relacionadas con la osteoporosis.
  3. Continuación de la rehabilitación: Aunque la fase inicial de rehabilitación puede haber concluido, es importante que el paciente continúe con un programa de ejercicios de fortalecimiento, equilibrio y flexibilidad en casa o en sesiones supervisadas por nuestro equipo de fisioterapeutas. Esto ayuda a mantener la fuerza muscular, la movilidad articular y la estabilidad, reduciendo así el riesgo de caídas y lesiones adicionales.
  4. Manejo del dolor crónico: Algunos pacientes pueden experimentar dolor crónico en la cadera o la región lumbar después de una fractura de cadera. Se pueden explorar opciones de manejo del dolor a largo plazo, que pueden incluir terapia física continua, modalidades de tratamiento como calor o frío, medicamentos según la indicación médica y técnicas de manejo del estrés y la ansiedad.
  5. Reevaluación de la movilidad y la funcionalidad: Establecemos metas realistas y medibles en términos de movilidad, actividad física y autonomía funcional con el paciente. Una reevaluación periódica de estas metas ayuda a monitorear el progreso a lo largo del tiempo y a ajustar el plan de tratamiento según sea necesario para maximizar la calidad de vida del paciente.

 

La recuperación de una fractura de cadera implica un enfoque integral que abarca aspectos médicos, rehabilitativos, psicosociales y de prevención. Con un seguimiento cuidadoso y un manejo continuo tanto médico como fisioterapéutico, es posible mejorar la calidad de vida y la función del paciente a largo plazo después de esta lesión traumática.